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lunes, 2 de julio de 2012

Poética de la Obra. Por Laura Coton




Tal como se advierte al inicio del texto escrito, para la generación de nuestro texto hemos trabajado con materiales diversos:
1.  Discursos de época.
2. El cuento Una semana de holgorio, de Arturo Cancela.
3.  Documentos históricos.
4.  La novela corta autobiográfica de Pinie Wald, KOSHMAR.

Ésta última, que ha sido lo prevalente, es, y coincidimos con Orgambide, una narración al mejor estilo Walsh:  desde una subjetividad que no se permite digresiones.  De ceñirnos a la necesidad del texto que adaptamos,   sin duda hablaríamos de épica histórica:  en primera persona, un hombre, un periodista inmigrante, que hace del ser judío su patria, y del socialismo (bund) su religión (sic), es apresado, torturado y aislado al modo kafkiano, porque una clase social teme una revolución.  Este hombre es un Aleph, en él se instala un punto de convergencia de las relaciones sociales y políticas que confluyen en el Buenos Aires de enero de 1919, y como individuo, a la vez, está atravesado por ellas.  Hay poca metáfora en lo que acabamos de decir, ya que un sinnúmero de personajes llegarán hasta su celda a cuestionarlo una y otra vez, para tratar de arrancar, como con la tortura que también padece, una verdad inexistente. 
Y aquí es donde se complejiza la elección de un lenguaje para  una épica.  Debemos dar cuenta de un absurdo:  una clase social y una clase política hacen de un inmigrante judío y socialista el único pilar que sostiene la ideología represiva que promueven.  El Godot de esta historia es la confesión de parte que justifique la muerte y la represión de otra clase social.  La confesión del disparate, como Godot, nunca llegará.
Pero el absurdo está reñido con la historia, si ésta es definida como creación de sentidos.  Hemos tomado, sin embargo,  elementos del absurdo para contrastarlo con un lenguaje coloquial, el tantas veces nombrado como “lenguaje realista”.  Por supuesto, la ficción de realismo está tramado desde discursos y publicaciones de época.  El absurdo, por su parte, recurre a repeticiones y retornos.
Pero en la novela de Wald (de la que nuestro texto pretende, entre otras cosas, ser adaptación) si bien desde lo narrado  se apela a la épica histórica y hasta al absurdo,  desde la narración, desde su mismo concepto y desde el título incluso, está defendido su carácter introspectivo, onírico y psicológico, y el cara a cara del protagonista con el miedo.  Por eso la escena del “Waldurgis” en alusión a la faustiana Walpurgis de Goethe, que es su punto más intenso, cuando sintiéndose incapaz de razón, solo desea terminar con la “pesadilla” y con su vida, conjuntamente.  Por eso, también, el simulacro de fusilamiento en el marco de nuestra danza patria.
Por otra parte, y sin contradecir nuestras fuentes, nuestra visión del Buenos Aires de 1919 está, sin dudas, conformada en y mediada por lo literario y lo artístico.  La construcción del texto escrito entonces estará determinada por este estrabismo que nos permite apropiarnos del relato e intervenirlo para abrirlo a su tratamiento dramático.

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